domingo, 11 de octubre de 2009

ETICA CONTRA TODO PRONÓSTICO


Cuando hablamos de ética del abogado, tenemos que diferenciar primero, lo que es el ejercicio profesional del abogado con respecto de otras profesiones, y el amplio campo que abarca la formación académica del abogado.

El ejercicio de la profesión de abogado no es fácil; y lo digo no solo por la competencia originada en la graduación de un mayor número de profesionales, si no, por la expectativa que de esta profesión tiene la sociedad, que cada día genera motivos y diferencias que pueden o son susceptibles de ser dirimidas por la vía legal.

Esta ética mirada desde el punto de vista académico, debe ser rigurosa, ya que el abogado en su formación, tiene una carga académica alta que soportar, para que su formación como profesional sea integral en lo humano, en lo social, y necesariamente en lo legal.

El pensum académico de la carrera, está estructurado de tal forma que el profesional del derecho, sea en la vida una persona capacitada para erigirse como un “filosofo” si tenemos en cuenta la filosofía como el arte del saber y del entender (de todo un poco).

Nuestra formación por basarse en la lectura, nos da un amplio margen de ventaja con respecto de otras disciplinas profesionales, y nos deja con la capacidad de analizar “críticamente” cualquier tema que a nuestro entender llegue.

Es por todo lo anterior que la sociedad espera mucho del profesional del derecho, y así mismo de este no perdona lo mas mínimo, porque entiende esta sociedad que su formación se dio hasta el límite, y pregona que “de nadie se puede presumir el conocimiento, como lo es del abogado”.

En cuanto al ejercicio de la profesión frente a las otras disciplinas, debemos notar que la capacidad para apropiarse del conocimiento en cualquier tema, hace que las otras disciplinas sientan un evidente celo profesional con respecto a la nuestra.

Es el Derecho la única disciplina que adquiere capacidad para dilucidar y enterarse a grandes rasgos de los temas de interés general, a mi modesto entender, y si es equivocada esta perspectiva (muy personal por cierto), los abogados han sido los profesionales que más se han hecho notar (a nivel profesional, social y económico), sin dejar a un lado grandes profesionales reconocidos de otras disciplinas.

El derecho como ciencia, se encarga de estudiar los diferentes comportamientos de las personas en la sociedad que habitan permanente o temporalmente, y son los abogados los llamados a ejercerlo por naturaleza. Dentro de esos comportamientos materia de estudio, se encuentra el de los mismos profesionales del derecho, junto con las otras profesiones y demás integrantes de la sociedad.

Para ejercer esta difícil tarea, se ha formado con principios y valores tanto a nivel personal, como académico (afirmo que en su formación, independientemente de lo que sea el ejercicio), lo que le imprime al campo ético, una solidez mínima para asumir la labor de impartir justicia a cualquier nivel, bien sea en el campo legal o en el campo social.

Para finalizar, y como conclusión, esa expectativa social ha hecho que nuestra disciplina como “ciencia del derecho”, a través de la historia se haya interesado por estudiar la estructura del Estado y la conformación de sus tres ramas del poder público, y son precisamente los abogados por su formación y conocimiento, los llamados a dirigir siempre los destinos del poder público. Por excepción son otra clase de profesionales los que asumen esta labor, solo por excepción, origen del celo profesional del que hable en un párrafo anterior.

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